El Mago que se Alzó del Fracaso - Chapter 2 Parte 4

  *

Cargado por dos caballos, el carruaje era mucho más esplendoroso de lo que debería ser en un lugar tan desolado como este. Las ventanas estaban adornadas con gruesas cortinas que bloqueaban su interior.

Lecia y Charlotte fueron guiadas al carruaje por el líder y el hombre encapuchado, quien se subió después de ellas.

"Charlotte..." Lecia le hablo.

"Encontraremos una oportunidad para escapar," Charlotte le prometió.

Lecia asintió

"Y si no podemos..."

"Lo sé..." Lecia murmuro, su voz temblando, "Sé lo que debo hacer en el peor de los casos."

Quería decir que se suicidaría.

Estaban en peligro de ser vendidas o usadas como los secuestradores quisieran. Eso era lo que usualmente les pasaba a los niños secuestrados. Para un hijo de la nobleza, ser tratado así no era nada más que una deshonra. La muerte sería un mejor destino en orden de proteger el honor de sus casas.

Charlotte estaba determinada a que las cosas no lleguen hasta ese punto. Especialmente no para Lecia. Aunque ella no pudiera, al menos quería que su amiga escape.

El carruaje avanzo, y eventualmente arribaron a la propiedad del Marqués Gaston.

Charlotte la reconoció enseguida, dado que el extravagante edificio estaba grabado en su memoria debido a la fiesta de esa noche. Bajando del carruaje, pasaron por la puerta y siguieron el camino de la mansión, moviéndose a través de estatuas de bronce hechas por escultores famosos hacia la terraza--la cual estaba amoblada para recibir compañía--desde donde el olor a rosas les llegaba.

"Quiere decir esto que el hombre que los contrató es--"

"Silencio. Solo sigan caminando."

El par fue llevado a la sala de huéspedes, donde fueron invitadas a sentarse en el sofá. Un sirviente apareció poco después para servirles té. Había pastelillos apilados en la mesa frente a ellas, como si en realidad fueran huéspedes ordinarios.

Charlotte lentamente empezó a darse cuenta de lo que estaba pasando. Juzgando por el nervioso rostro de Lecia, parece que también se dio cuenta.

Luego de una breve espera, un hombre entró a la habitación. Con su chaqueta de seda y cabello dorado, daba un aire de gran importancia.

"Marqués Gaston..."

"Debo disculparme por la manera en cómo las traje aquí, señoritas," empezó.

A pesar de sus palabras, no se veía ni un poco arrepentido. Estaba totalmente en calma, y era claro que su disculpa solo fue una formalidad.

"Como está, Mi Lord," Charlotte dijo. "¿Si pudiera ser tan atrevida, a que debo el placer?"

"Primero, tengo unos regalos que quisiera compartir con ustedes en modo de disculpa."

"Tengo pensado reportarle esto a mi padre," Charlotte le dijo.

"Por supuesto. Haga lo que desee."

Trato de hablar lo más serio posible, pero el marqués simplemente lo dejó pasar con una agradable sonrisa.

"Su Señoría parece estar totalmente despreocupado," remarcó.

"Por supuesto. Algo como esto no podría afectar la buena relación que tengo con su padre."

"Supongo que no..."

"Así es como se habla de políticas. Sugiero que tome notas." Preparándose un cigarro, Gaston lo aspiro tres veces.

Estaba claro que no esperaba ninguna consecuencia debido a sus acciones. Si era un farol, entonces era uno muy bien elaborado. Nadie fue testigo del secuestro en sí, y ahora estaba tratando a Lecia y Charlotte como huéspedes. Para el, era simple decir que estaba salvando a las chicas del peligro, y que ambas estaban equivocadas acerca de la fuente de tal peligro. Enviarlas a casa con regalos agregaría más evidencia para corroborar su versión de los eventos. El padre de Charlotte podría incluso agradecérselo.

Incluso aunque la existencia de los secuestradores fuera descubierta, Gaston podría decir que se estaban moviendo por su propia voluntad. Probablemente ya no había evidencia de su conexión con Gaston, si es que existió una en primer lugar. El marqués era lo suficientemente poderoso para hacerlo realidad.

"Sospecho que ambas ya tienen una idea del por qué las traje aquí." Gaston vio de Lecia a Charlotte.

Lecia se encontraba perfectamente serena mientras respondió. "Por qué?"

"No me puede engañar, Señorita Lecia. Ya me di cuenta de que usted los tiene debido a la manera en la que está actuando. Y por 'los tiene,' presumo que ya sabe a lo que me refiero."

"Los documentos?"

"Bueno, sí. Pero si solo tuviera documentos, no necesitaría hacer esto. Sin embargo, es el libro mayor lo que realmente necesito de regreso." Gaston pauso. "Si no le molesta."

"No lo tengo conmigo," dijo Lecia.

"Entonces permítame preguntarle algo. ¿Se lo ha dado a alguien más? ¿Quizá a un oficial de la oficina de vigilancia?"

Lecia no respondió. En vez de eso, le devolvió la mirada a Gaston. Si hablara ahora, estaría traicionando su código de honor. Una vez quedó claro que ella no iba a hablar, el marqués dejó salir un suspiro en exasperación.

"No deseo que esto se convierta en un problema más grande de lo necesario. Siempre y cuando me entregue los documentos y el libro mayor, todo estará bien."

En otras palabras, si no lo hace, las cosas acabaran no tan "bien" para ella. Pero, aun así, Lecia permaneció en silencio. No tenía pensado rendirse sin dar pelea. El momento en que descubrió el contenido de esa bolsa, su orgullo como noble tomó las riendas. Fue criada con un fuerte sentido de integridad, y su silencio gritaba que no permitiría que se quebrara. Era esa integridad lo que le permitió mantenerse firme ante la presión de Gaston.

"Tal parece que no tiene deseos de cooperar conmigo. Pero no importa. Hice planes en caso de recibir una respuesta como esa. ¡Hazlo!"

El grito final no fue para Lecia, sino para el secuestrador que se encontraba detrás de las chicas. Con las ordenes de Gaston, avanzo y agarro el brazo de Charlotte, quien no pudo más que liberar un grito.

"Charlotte!"

"Con cuidado." El hombre sostuvo una daga en su garganta.

Así que Gaston estaba planeando usarla como rehén. Él vio a Lecia una vez más.

"Lo volveré a preguntar. ¿En dónde están los documentos y el libro mayor? Respondería si fuera tú, eso si no deseas que la Señorita Charlotte se lastime."

"No necesitas decirle nada, Lecia. ¡Solo está alardeando! No hay forma de que él--"

"No estoy alardeando. Ese hombre está completamente bajo mi comando."

Ahora Charlotte sintió el frio metal de la daga en su garganta, cuando había estado a unos centímetros antes. Estaba más afilada de lo que pensaba; si se moviera más que sea un poco, la hoja lastimaría su piel.

"No te saldrás con la tuya de ponerme un dedo encima!" Charlotte advirtió.

"Puedo hacer lo que quiera. No es como si hubiera algún testigo aquí, después de todo."

Lecia tornó su nerviosa mirada hacia Charlotte. Si Gaston hablaba enserio, estaba segura de que iría tan lejos como para matarla. Ahora para Lecia, eran sus valores o la vida de su amiga. Lecia tembló mientras trataba de separar la rabia de su sentido de justicia de su ansiedad por su confusión. Luego de lo que pareció una eternidad, bajó la mirada en resignación.

"Le di la bolsa con la evidencia...a mi hermano," finalmente admitió.

"Ya veo."

El marqués no perdió el tiempo en dar sus siguientes ordenes--ordenes que claramente apuntaban hacia Arcus. El secuestrado soltó a Charlotte.

"Ustedes señoritas permanecerán aquí hasta recuperar la bolsa. Por favor discúlpeme, señorita Lecia, pero haré que la amordacen. Solo estoy tomando precauciones, entiéndalo."

Con eso, Gaston salió de la habitación.

*

Arcus se encontraba meditando en su habitación, una práctica que empezó a realizar hace ya un tiempo. Mientras yacía sentado con sus ojos cerrados y su mente en blanco, fue interrumpido por un sirviente en la puerta.

Que cualquier sirviente aparte de Noah viniera a verlo era bastante raro estos días. En ausencia de Noah, cualquier asunto que tenga que ver con Arcus le sería dicho a su regreso, lo que significaba que este asunto en particular no podía esperar.

El sirviente vino cargando un sobre. Arcus le pregunto por él, pero el sirviente dijo que no sabía nada.

"Solo se me dijo que le entregara esto lo más pronto posible," explico.

"Quien lo vino a dejar?" Arcus siguió.

"Todo lo que puedo decir es que vestían finamente."

El sirviente no pregunto acerca de quien entrego la carta, y tampoco parecía tener una idea de quien la envío. De seguro el sirviente entendió que fue un descuido el no preguntar, pero, por otro lado, posiblemente sabía que nadie lo castigaría por no hacerlo. Arcus pregunto una vez más para estar seguro, pero recibió la misma respuesta.

En cualquier caso, era claro de que era algún tipo de carta. Pero Craib era el único quien le enviaba cartas así...

"Donde está Lecia?" Arcus pregunto.

"La señorita Lecia se encuentra fuera en estos momentos."

"Okay. Gracias. Te puedes retirar."

El sirviente hizo una rápida reverencia antes de salir de la habitación. Arcus estudio el reverso del sobre cuidadosamente, pero realmente no había ninguna pista de quien lo envío.

Se pregunto si se trataría del hombre quien le dio la evidencia a Lecia, pero rápidamente se deshizo de ese pensamiento. Una carta como esa le sería enviada a ella, y no a él. Asumiendo que esta carta no tuviera que ver con eso, aun así, era extraño que la persona que la envío no se identificara. Empezó a sentir ansiedad.

Pensó rápidamente en el peor de los casos.

Sentándose en su escritorio, Arcus abrió el sobre rápidamente. Dentro encontró una carta confirmando su peor miedo.

Trae los ítems que te dio tu hermana a la ubicación especificada. No le digas a tus padres, o ambas chicas morirán.

"Maldita sea!" Arcus golpeo el escritorio con su puño.

Lecia era la única que sabía que tenía la evidencia, y, aun así, he aquí esta carta, dirigida específicamente hacia él. Una carta amenazando de muerte. No había forma de que fuera del mismo hombre que originalmente le dio la bolsa, lo que significaba que solo podía ser de una persona: A quien para la evidencia era una amenaza.

El marqués, Cau Gaston.

Arcus vio la carta nuevamente.

"Ambas chicas morirán"...Quien es la otra chica?

¿Acaso Lecia estaba con otra persona cuando paso todo esto? Justo entonces, alguien toco la puerta. "¿Puedo pasar, Master Arcus?" llamo una voz del otro lado.

"Seguro. Sigue, Noah."

La puerta se abrió para revelar a Noah Ingvayne, trayendo un aroma cítrico con él.

Como era usual, estaba impecablemente vestido con su abrigo mañanero. Su corto cabello índigo estaba bien peinado, y su monóculo dorado se encontraba perfectamente colocado en su apuesto rostro. Dio una pequeña reverencia antes de abrir su boca.

"Me encontré con Jerry viniendo de su habitación. ¿Pasó algo?"

"Me dio esto."

"Una carta?" Noah pregunto.

Arcus asintió, pasándosela. El sirviente la reviso rápidamente antes de levantar su mirada.

"De que se trata esto?"

"Cuando Lecia fue a la fiesta el marqués, regreso con algo que se le dijo era evidencia de su corrupción."

Arcus sacó la bolsa negra que tenía escondida mientras continuaba explicándole a Noah. Una vez que termino, Noah frunció el ceño en preocupación.

"Me está diciendo que me había mantenido en secreto algo tan significativo como esto?"

"Si. Lo lamento. Jamás pensé que el marqués se daría cuenta."

Pensó que estaría bien; que el sirviente vendría a retirar la evidencia y ese sería el final de todo. No había contado con que Gaston se moviera antes de eso.

"Mantendré mis pensamientos concernientes a eso para mí mismo por ahora."

"Gracias."

"Sin embargo, dado que la participación de la señorita Lecia fue descubierta, podemos asumir que algo le paso a ese sirviente."

"Si, supongo. Maldición..." Arcus apretó sus dientes en frustración.

Gracias a ese sirviente, ahora Lecia estaba en peligro. Ya sea que el sirviente la haya vendido o que Gaston lo haya adivinado, no cambiaba el hecho de que Arcus estuviera furioso.

"En cualquier caso, sabemos que la Señorita Lecia fue capturada. ¿Debería informar a sus padres?"

"No, aun no."

"Pero Máster Arcus, no creo que el marqués cumpla con su amenaza."

"Si, tampoco lo creo."

Es completamente impensable para el marqués asesinar a la hija del vizconde. Si esa fuera realmente su intención, se habría asegurado primero de que los Raythefts no pudieran pelear. Ya sea eso, o deshacerse de hasta el último tramo de evidencia de su participación en su muerte.

"Pienso que informarle a alguien de esto sería lo más prudente," Noah aconsejo.

"Verdad. ¿Podrías decírselo a Craib por mí?"

Políticamente hablando, Craib tenía un rango mayor al de Joshua. Sería más útil en caso de que las cosas se pongan feas, y si los padres de Lecia se enteraran, entonces toda la propiedad se volvería loca, lo cual obligaría a Gaston a actuar.

El marqués debe de estar desesperado si recurrió al secuestro. Arcus sospecho que el libro mayor era la más vital pieza de información en su posesión.

"Iré al lugar de encuentro, Noah," Arcus añadió, señalando la carta.

"Dudo que lo estén llamando con buenas intenciones."

"Lo sé. Probablemente me capturaran en el momento en que pongan sus manos en la evidencia."

"Y aun así tiene pensado ir?" Noah continuo.

"Si, pero no llevare la evidencia conmigo."

"En ese caso, ¿qué es lo que está planeando exactamente?" Noah pregunto.

"Dejare que me capturen, y luego escapare con Lecia y esa otra chica. Ellos probablemente tampoco saben que soy un mago."

Suponía eso en base de que incluso en el reino mágicamente avanzado de Lainur, los niños usualmente no estudiaban magia antes de los doce años.  Al tener diez años, estaba por debajo de la consideración, aunque podrían ser un poco precavidos dado que venía de una familia marcial.

"Que hay de la posibilidad de no poder reunirse con ellas?"

"Para eso está el plan B. Tu estarás a cargo de eso, Noah. Mientras hago todo para ganar tiempo, quiero que descubras en qué lugar de la propiedad del marqués está captiva Lecia. Puedes hacerlo, ¿verdad?"

"Supongamos que respondiera con un 'no'. Aun así, me enviaría a hacerlo, ¿verdad?"

"Bingo."

"Que es...No importa." Noah suspiro. "¿Puede ser bastante problemático algunas veces, sabe?"

"Lo sé. Como sea, cuando encuentres a Lecia--"

"Le diré a Craib que 'haga lo suyo.'"

"Sep. No es como si pudiéramos invadir sin saber en dónde se encuentra, ¿verdad?"

Si no tuvieran prueba de que Lecia esté allí, y alguien de alto rango como Craib invadiera, habría muchos problemas--poniéndolo de manera gentil. Necesitaban dos cosas. La primera era información, y la segunda era tiempo para reunir esa información.

Para Arcus no era posible conseguir todo lo necesario. Lo que sea que pase, confiar en alguien con el estatus de Craib sería su mejor opción.

Aunque no acabara solo con eso...

El pensamiento le vino de repente. No importa que, la seguridad de Lecia era su mayor prioridad. Pero solo salvarla no sería suficiente para terminar con esto de una vez por todas. Debía ver una manera para acabar con todo antes de actuar. ¿Debería rescatar a Lecia y dejarlo allí? ¿O debería exponer al marqués como el oficial corrupto que era? En el fondo, Arcus sabía que incluso eso no sería suficiente.

"Máster Arcus?"

Era importante descubrir el origen del problema. Dejando a un lado el libro mayor, no sería problema para un poderoso hombre como Gaston destruir alguna otra evidencia que apunte a sus fechorías. El oficial que reunió la evidencia y se la paso a Lecia era probablemente alguien de la Oficina de Vigilancia. Pero en ese caso, debería haber sabido que Gaston podría destruir la evidencia facilmente, ¿así que por que reunió esos documentos en primer lugar?

Hacerlos públicos demandaría una cuidadosa planeación para que tuviera algún efecto sobre tal prominente figura social. La evidencia necesitaba ser completamente a prueba de cualquier acusación en contra para que fuera efectiva. Arcus no dudaba mucho de que estos documentos fueran suficiente para eso, aun incluyéndole el libro mayor.

El otro problema es el por qué el oficial actuó cuando lo hizo, a pesar de la falta de evidencia. Si hubiese esperado más, es posible que pudiera obtener algo más concreto, pero al robar los documentos cuando lo hizo, tiro esa oportunidad a la basura. ¿Quizá era así de incompetente?

No solo eso, sino que identifico a Lecia como la hija de Joshua Raytheft y le entrego la bolsa a ella, sabiendo quien era. Arcus no tenía idea de cómo empezar con esta pregunta, y todos los desconocidos y sospechosos individuos le ponían la piel de gallina. Era como si estuvieran arrastrándose en las esquinas, observando y esperando.

Quizá solo era su imaginación, o quizás sus instintos le estaban advirtiendo que había gato encerrado. Todo lo que sabía con certeza es que no sabía nada.

"Noah. Hay algo que necesito que investigues, si te parece bien."

"Vaya, realmente sabe mantener a alguien ocupado, ¿verdad?"

"No tanto como Craib, supongo."

"No, quizás no. Aún." Noah suspiro. Esta no era la primera vez que se quejaba de esa manera.

A pesar de sus quejas, sin embargo, jamás fallaba en hacer lo que Arcus le pedía.

Con cada parte de su plan para rescatar a Lecia listo y firmemente posicionado, Arcus se dirigió a la ubicación especificada en la carta: una plaza dentro de la capital.

*

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