El Mago que se Alzó del Fracaso - Chapter 2 Parte 3

 *

Charlotte Cremelia: Hija de una de las familias militares de Lainur.

Tiene la edad de doce años, con largo y suave cabello color café-dorado. El largo de su cabello llegaba a sus mejillas, y sus ojos ámbar brillaban como gemas.

Venía de una prestigiosa casa con una larga historia en la práctica y desarrollo del estilo de esgrima del reino. Su padre, el General Purce Cremelia, era un gran aristócrata quien supervisaba el territorio de la frontera este, y comandaba las fuerzas armadas nacionales. Junto a su largo territorio, poseían una gran propiedad dentro de la capital real.

Ninguno de los muchos nobles que Charlotte conoció, por debajo o por arriba de su casa, tenía alguna queja acerca de ella. Gracias a su noble nacimiento, muchos la consideraban una hermosa mariposa, una flor, o incluso una princesa: algo a lo que proteger y atesorar. Su padre, sin embargo, insistió en que debía aprender a manejar el estoque, por lo que ella pasaba la mayor cantidad de su tiempo practicando.

En este día, también se encontraba concentrada en su entrenamiento.

Se encontraba practicando en uno de los tantos salones de entrenamiento de los Cremelias en la capital del reino. Éste era considerado el mejor y más grande salón, por lo que muchos hijos de nobles lo usaban. Varias ventanas se ubicaban en las altas paredes, dejando entrar una buena cantidad de luz solar.

Mientras los estudiantes tenían duelos de práctica, sus entusiasmados gritos de batalla resonaban en el salón.

El oponente de Charlotte era un hombre mayor, y uno de los mejores pupilos de su padre. Sus hombros eran anchos y musculares, lo cual le daba la sensación de estar practicando contra una imponente estatua.

Usualmente su padre o su hermano, Wayne, practicarían con ella, pero no siempre se podían dar el tiempo cuando sus deberes se interponían. Era en momentos como estos que practicaría con uno de los estudiantes de su padre, especialmente elegidos por sus habilidades superiores.

Charlotte apuntó su espada de madera a su oponente, su cuerpo giro hacia un lado mientras se concentraba. Respondiendo a eso, su oponente movió su pie derecho hacia adelante, giro sus caderas para que su torso estuviera ubicado a un lado, y agarro su espada.

Esta era la postura más básica del arte.

Se estaba enfrentando a un adulto. Sería muy difícil para ella obtener la victoria en circunstancias normales, dado la diferencia en estatura, pero Charlotte sabía exactamente cómo hacerlo.

Calmó su respiración, esperando pacientemente una oportunidad para atacar.

Un momento después, el ataque de su oponente apareció de la nada. Sintiéndolo un segundo antes de que sucediera, Charlotte lo evadió, dejando la espada de su oponente colgando en el lugar en donde ella se encontraba hace unos momentos. Fue entonces que tomó esa oportunidad, golpeando la parte de atrás del cuello de su oponente y obligándolo a rendirse.

Esta era su segunda victoria de los cinco asaltos que han tenido hoy. Aunque cada vez pudo sentir los ataques de su oponente, su cuerpo no era siempre lo suficientemente rápido para evadirlos o reaccionar a ellos. En estos casos, solo percibir lo que el oponente haría no era suficiente, causándole la derrota.

Mientras el hombre la felicitaba por sus esfuerzos, Charlotte escucho a alguien entrar al salón. No necesitaba verlo para sentir la poderosa aura emanando de su padre.

Inmediatamente, la tensión en el salón aumento. Saludando a sus pupilos mientras pasaba, Purce se acercó a su hija.

"Padre."

"Hola, Charley. Veo que una vez más estas trabajando duro."

"Si. He logrado conseguir dos victorias contra Zell."

Los ojos de su padre se abrieron por la sorpresa. "Ya puedes mantener una pelea contra él?"

"Si, Padre." Charlotte hizo una reverencia elegantemente.

Fue entonces que Zell se metió para inundar a Charlotte de cumplidos ante su padre, llamandola una natural, altamente habilidosa, y demás. Charlotte no tuvo más remedio que ver hacia el suelo por la vergüenza debido a sus incesantes cumplidos.

"Tal parece que realmente tienes dotes para el estoque," Purce comento.

"Dotes?"

"Si. Incluso más que Wayne y yo."

Cuando Purce usaba la palabra "dotes," no se refería a que eras solo bueno en algo. Quería decir que tenías un talento innegable: del tipo que te era conferido por los cielos al momento de tu nacimiento. Alguien con habilidades muy superiores a lo que alguien promedio podría conseguir.

La realeza y los héroes quienes se ganaron su fama en el campo de batalla--él también consideraba a esas personas realmente dotadas, de no ser así, no estarían en esas posiciones. Alguien con "dotes" es como también se describía a él mismo, Charlotte y Wayne. 

¿Era éste “dote” al que se refería el poder de predecir los movimientos de su oponente? Charlotte no estaba completamente segura.

"Puedo sentir sus movimientos," Purce le dijo, "instintivamente. ¿Qué me dices de ti?"

"Yo puedo verlos," Charlotte contesto.

"Asombroso," su padre dijo. "Honestamente pienso que podrías convertirte en la mejor esgrimista del reino."

Por alguna razón, ella sintió que su padre no estaba enteramente feliz por eso, pero su expresión enseguida cambio a una menos compleja.

"Charley. Recuerda esto."

"¿Qué cosa, Padre?"

"Incluso aunque puedas ver los movimientos de tu oponente, eso no los hace certeros. Incluso aunque puedas ver tu propia derrota, esa no es razón para rendirse. Las cosas pueden cambiar."

"¿Siempre y cuando no me rinda, aun podría ganar?"

"En efecto. A propósito, Charley, ¿cuáles son tus planes para esta tarde?"

"Lecia y yo iremos a dar un paseo por la ciudad."

"Ah, sí, la joven Lecia, la hija de mi aliado. Asegúrate de velar por ella."

"Si, Padre," Charlotte se lo aseguro asintiendo con determinación.

Usualmente, eran los nobles de bajo rango quienes protegían a quienes estaban por arriba de ellos, pero su padre estaba enfatizando las responsabilidades que los altos rangos tienen para con aquellos que se encuentran por debajo de ellos. Él creía que aquellos por debajo de ti no deberían ser usados como escudos, sino que deberían estar bajo tu protección. Mientras que cada uno trabajaba para protegerte, tú eres quien los mantiene a salvo al reunirlos bajo tu protección. Lo más importante es no darlos por sentado.

Lecia no solo era la hija del vizconde, sino una amiga menor a Charlotte. Por lo tanto, era su responsabilidad mantenerla a salvo.

"Lo juro por mi espada," Charlotte proclamo.

"Bien." Purce asintió satisfecho.

"¿Padre, podrías entrenar conmigo hasta que sea el momento de irme?"

"Muy bien. Toma tu espada."

Ambos practicaron por un tiempo antes de que Charlotte secara su sudor, recuperara el aliento, y regresara a la propiedad.

Allí, se le informo que Lecia la estaba esperando en la sala de recepciones. Inmediatamente fue a ver a su amiga, quien la saludo levantándose del sofá y ofreciendo una cortesía.

Lecia vestía igual de adorable que siempre. Su brillante cabello plateado estaba recogido en su usual cola de caballo, y vestía su usual blusa con volantes y lazo azul, todo completo con una falda azul. Junto a sus rosados labios y redondos cachetes, hasta la última parte de ella era completamente encantadora.

Sobre todo, Charlotte admiraba sus ojos rojos como rubíes. No eran solo bellos; también tenían un brillo honesto e inocente.

Una vez que ambas se saludaron, partieron hacia la ciudad. Gracias a las abundantes patrullas, la calle principal, las áreas comerciales, y los caminos alineados con las propiedades de los nobles, eran perfectamente seguros como para que los niños paseen solos, aunque no se podría decir lo mismo por el bazar de la ciudad baja o callejones.

Mientras Charlotte y Lecia caminaban juntas, se pusieron al día acerca de los acontecimientos de sus vidas. Hablando acerca de cómo iban sus estudios y entrenamientos, compartiendo chismes de otras familias nobles, y discutiendo acerca de qué clase de accesorios estaban a la moda últimamente. Después de un tiempo, el tópico cambio hacia los documentos de la fiesta.

"Se los diste a Arcus para que los guardara?"

"Así es."

Charlotte ya conocía muy bien al hermano de Lecia y a su reputación tan poco estelar. Ella entendía, al menos en el sentido académico, el por qué fue hecho a un lado--el heredero de los Raytheft necesitaría, por definición, las reservas de éter para mantener su frente en una guerra. Como un comandante podría esperar dirigir si no puede seguirle el paso a sus tropas además de no tener más éter que el de un mago promedio?

Aun se sentía mal por Arcus, dado a que había perdido tanto solo por el irreparable hecho de haber nacido. Dado que la proeza mágica era lo único que le importaba a los Raythefts, no dudaron ni un poco en hacerlo a un lado después de solo unos años de haber nacido. Eso también era probablemente el por qué Joshua decidió anular decisivamente el compromiso con su hijo.

Lecia, sin embargo, hablaba de su hermano de manera muy diferente.

"La bolsa estará a salvo bajo su cuidado," Lecia dijo.

"Tienes una gran confianza en él, ¿verdad?"

"La tengo." Lecia sonrió, lo cual no era nada raro cuando se encontraba hablando de Arcus. Charlotte dedujo que el probablemente la consentía y la trataba muy gentilmente.

Durante su vida hasta ahora, Charlotte había conocido a toda clase de nobles de su edad. Algunos entrenaban sin descanso para tomar el comando de sus casas marciales, y otros dedicaban su tiempo al estudio para poder heredar su parte de sus padres. Algunos trabajaban duro para aprender el cómo actuar y poder mostrar un perfecto y elegante comportamiento, y otros, usualmente de casas particularmente adineradas, incluso sentían que podían evadir sus estudios y disciplinas físicas.

Charlotte trato muy duro en imaginar cómo se vería Arcus, usando la apariencia de Lecia como ejemplo. En su mente, vio a un joven bien comportado con el cabello plateado de Lecia y de constitución delgada. Se veía frágil y completamente inadecuado para cualquier tipo de conflicto. Charlotte luego lo imagino parado a su lado como su esposo. Fue...una extraña vista, para ponerlo de manera educada.

"Charlotte?"

"¿Dime, Lecia?"

La pequeña voz de Lecia interrumpió su hilo de pensamiento. Vio a su amiga mirando con ansiedad hacia el suelo.

"Crees que...el tipo de talento que uno puede ver es realmente tan importante?"

"Debo decir que no estoy segura de eso." Charlotte pausó, considerando la pregunta desde el punto de vista de un noble. "Sin embargo, como nobles, estamos posicionados arriba de otros. El poder justifica esa posición. Sin más poder y talento que la persona promedio, un noble arriesga ilegitimidad, debo decir. Y cuando uno tiene un gran talento, es inevitable que otros lo vean."

"Oh..."

Su respuesta probablemente no hizo nada para calmar las preocupaciones de Lecia acerca de su hermano. Charlotte pensó un momento, tratando de ponerse en los zapatos de Arcus. ¿Qué hubiera pasado si resultaba ser completamente inútil en esgrima y hecha a un lado por ello? Charlotte estaba segura de que su padre jamás la trataría de esa manera, a pesar de su falta de habilidad, pero ella podía verlo pasar si hubiera nacido en una casa de nobles diferente. Cuando lo ponía de esa manera, podía ver la injusticia en eso. Que le quiten su futuro a tan joven edad, y que no pudiera hacer nada al respecto...

*

Habiendo caminado por un tiempo, Charlotte y Lecia dejaron la propiedad de los nobles atrás. Se encontraban acercándose al principal distrito comercial, discutiendo que tiendas deberían visitar primero. De repente, escucharon pasos apresurados sonando contra el camino de piedra. Un momento después, se encontraron rodeadas por un número de hombres. Tal parece que su formación fue planeada con antelación.

"Charlotte? ¿Qué sucede?" Lecia pregunto nerviosamente, mientras que Charlotte no encontraba palabras.

Cada ruta de escape ya sea en frente o atrás, estaba bloqueada por precisamente diez hombres en total. Aparte de las dos chicas y los hombres, no había nadie alrededor para pedir ayuda. Charlotte coloco su mano en su estoque antes de dirigirse a ellos.

"Identifíquense!"

"No es necesario!" Uno de los hombres dio un paso al frente.

Parecía ser el líder del grupo. Tenía una constitución amplia, solo con un poco de exceso en su estómago. Tenía una barba incipiente en su quijada, y parecía bastante deshonesto, incluso en comparación a la gente que usualmente rondaba alrededor de esta parte de la ciudad. Charlotte también noto que vestía una armadura completamente diferente a las típicas armaduras que llevaban los guardias de la capital.

Su pechera era de cuero, sus guanteletes de hierro, y en su espalda llevaba una gran espada larga. Algunas cosas eran nuevas, otras viejas. Era como si se hubiera armado de lo primero que haya tenido a la mano. Charlotte dudaba mucho el que estuviera relacionado a algún noble o familia de comerciantes.

Los hombres con el vestían de manera similar, una clara señal de que pertenecían al mismo grupo. Charlotte dio un paso al frente, cubriendo a Lecia con su espalda.

 




"Que quieren de nosotras?" Demandó.

"Solo queremos que nos acompañen. No tomara mucho."

"Realmente piensas que los acompañaremos voluntariamente?"

Mientras el líder caminaba hacia ellas, Charlotte desenvaino su estoque y levanto su punta hacia su rostro. El hombre sonrió en burla, como si ella solo le estuviera entregando un ramo de flores.

"Pero que pequeña fiera. Puedo ver por qué la gente la admira, Señorita Charlotte. ¿Pero qué piensa que una frágil princesa puede hacer contra todo un grupo de hombres como nosotros?" El hombre carcajeo.

Charlotte sintió el disgusto subiendo por su estómago mientras los demás hombres se unían. Entonces el hombre puso su mirada en Lecia.

"No se preocupe, Señorita Raytheft, también tenemos a un mago aquí con nosotros." El alto hombre señalo con su quijada en dirección a otro.

Ya se había dado cuenta de que Lecia se estaba preparando para usar magia. Justo como el alto hombre dijo, había varios hombres vestidos como magos entre su grupo. Aunque las chicas no podían saber si realmente podían usar magia, el líder no parecía estar mintiendo.

Charlotte alejo ese pensamiento de su mente; había cosas más importantes.

"Sabes quiénes somos?" Charlotte pregunto.

"Si."

"Como?"

Estos hombres sabían la identidad de ambas. Solo eso le dijo a Charlotte que no eran simples secuestradores de callejón. Sabían que estaban lidiando con nobleza, y aun así fueron por ellas.

"Apreciaría que bajara la espada, Madame. Siempre y cuando hagan lo que les decimos, no las lastimaremos, ¿bien?"

"Que razón tengo para confiar en tus palabras?"

"Entonces es una batalla lo que quieres, ¿no?" Agachándose un poco, el hombre desenvaino su gran espada de su espalda.

Los ojos de Charlotte se entrecerraron. Una pelea con espadas es justo lo que deseaba.

"Ch-Charlotte!" Lecia la llamo nerviosa.

"Déjame esto a mí, Lecia. Cuando me encargue de esto podremos escapar."

"Pero Charlotte--"

"Confía en mí. El piensa que es una amenaza más grande de lo que en realidad es," Charlotte contesto con confianza.

Tampoco estaba haciéndose la valiente. Estaba casi segura de que podría asegurar la victoria. De hecho, era más que eso: no se podía ver perdiendo.

Paso incontables horas en los salones de entrenamiento, enfrentándose y derrotando a oponentes adultos justo como éste. La evidencia era clara. Esta era una pelea que estaba destinada a ganar.

Después de todo, era alguien dotada. Dotada con la habilidad de ver los movimientos de su oponente antes de que los hagan.

Incluso así, Lecia parecía nerviosa.

"Que? ¿Tienes alguna clase de plan o algo?" el hombre pregunto.

"Si. Un plan que involucra tu derrota."

"Ooh, estoy temblando de miedo!" El hombre sonrió burlescamente.

Era claro para Charlotte que pensaba que se estaba haciendo la valiente. Mientras que era verdad que la diferencia de sus estaturas no era insignificante, ella había peleado con varios oponentes mucho más altos que él.

Podía hacerlo. Podía pelear, y ganar.

Si derrotaba al líder aquí, es posible que pueda romper a través de las defensas de los hombres y escapar con Lecia.

Los combatientes levantaron sus espadas. Charlotte se concentró, tratando de prever los movimientos de su oponente.

"Oh..."

Sin querer, dejo salir un sonido.

Vio la espada del hombre golpeándola y enviando su cuerpo a volar.

"Que? ¿Ahora tienes miedo? ¿O recién te diste cuenta de que no tienes esperanza de ganar este encuentro?"

Charlotte apretó sus dientes sin contestar y bajo su estoque.

La vio: su propia derrota. ¿Como podría pelear ahora?

"Deja tu espada a un lado," el hombre repitió.

Charlotte pauso antes de obedecer y envainar su estoque.

No tenía esperanzas de ganar un combate frente a frente con este hombre. Quizás si ambos estuvieran armados con estoques y fuera un entrenamiento, las cosas serian diferentes, pero era su gran espada lo que le daba la ventaja.

En su visión, el hombre apenas y reacciono a la estocada de su espada. Ella era solo una joven chica, y para él, su estocada no era más poderosa que el piquete de una abeja. Fue una tonta al pensar que podría derrotarlo. Ganarle a tantos adultos en el salón de entrenamiento le había dado una falsa sensación de confianza.

En ese momento, uno de los hombres, con su capucha cubriendo sus ojos, avanzo. Charlotte lo vio con cautela. Vestía de manera completamente diferente a los otros. Mientras se acercaba, el alto hombre abrió su boca.

"Estas son ellas, ¿verdad?"

El hombre encapuchado asintió. No estaba hablando, por lo que quizás quería mantener su identidad en secreto. Después de un tiempo, el alto hombre hablo de nuevo, esta vez dirigiéndose a Lecia y Charlotte.

"Vengan con nosotros."

"Siquiera entiendes la gravedad de tus acciones? ¡Secuestrar niños de origen noble es un crimen serio!" Charlotte protesto.

"Puedes decirle eso al tipo que nos contrató."

¿El que los contrató? ¿Se refiere al hombre encapuchado?

"Eres tú?" Charlotte le pregunto.

Sin respuesta.

"Respóndeme!" Ella levanto su voz.

Luego de un momento, el alto hombre puso su gran espada en su garganta. Ni siquiera tuvo tiempo para reaccionar. Incluso si pudiera, la diferencia en fuerza haría inútil sus acciones.

"Por favor mantenga la calma, Madame. Usted también, Señorita Raytheft."

Charlotte trago.

"P-Por favor no lastimes a Charlotte!" Lecia grito.

"No lo hare, siempre y cuando se comporten. Solo hagan lo que digamos y no se resistan."

Lecia fue obligada a retroceder a pesar de su valiente grito. Ambas ya no tenían más opción que seguir a los hombres. Fueron llevadas lejos de las residencias de los nobles a un área totalmente desierta. Allí se encontraba un carruaje esperándolas...

*

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