El Mago que se Alzó del Fracaso - Epílogo
Epílogo
Las paredes de la Habitación Plateada estaban cubiertas con mortero mezclado con cal, dándole un tono ceniciento. Parecía muy apagado como para pertenecer al magnífico y extravagante castillo real. La habitación estaba vacía, aparte de una bella silla, la cual contrastaba con sus desolados alrededores.
Como la clase favorecida dentro del reino, la mayoría de los nobles se librarían solo con una reprimenda y una pequeña fianza por sus fechorías--hasta cierto punto. Cualquier noble que haya cometido un crimen serio era llevado a la Habitación Plateada para recibir su sentencia directamente del rey. Muy pocos escapaban con una sentencia más suave que la muerte.
En este mundo, no había cortes o juicios para identificar si una persona había hecho bien o mal; nada para determinar el peso de sus castigos. En este mundo, todo recaía en la sentencia del rey. A pesar del favoritismo que pueda mostrar a ciertas clases, el rango de sentencias que daba era extremadamente limitada.
Hoy, el Marqués Cau Gaston fue llevado ante el príncipe, Ceylan Crosellode. Allí, en la Habitación Plateada, sería juzgado por su corrupción, secuestro, y conspiración para dañar a las hijas de otras familias nobles.
Sin vestir su extravagante traje de noble, el Marqués ahora llevaba una desgastada vestimenta para denotar su posición como criminal. Una sombra de su anterior y majestuosa apariencia; lo más que pudo hacer fue afeitar su cansado rostro para su audiencia con la realeza. Moretones se veían en sus brazos y piernas, aun frescos por su interrogación.
Sobre él, en la silla, estaba sentado el príncipe, observándolo con indiferencia y con su mano en su mejilla. Sus blancas ropas estaban adornadas con bordados azules y dorados, justo como la realeza asiática del mundo del hombre. Ni un poco de su piel estaba expuesta, y su rostro estaba cubierto por un oscuro velo.
En presencia del príncipe, Gaston entró por completo en pánico. Incluso en sus últimos momentos frente a Arcus, fue capaz de mantener la calma. Pero ahora mantenía su frente pegada al suelo mientras rogaba por clemencia.
Todo su cuerpo estaba temblando, y estaba sudando frío. Sabía que su destino ya estaba sellado.
Pero no solo era el miedo a la muerte lo que hacía que el Marqués tiemble. Era la furia de Ceylan. La silenciosa furia que podía sentir emanando debajo del velo del príncipe. La furia parecía atravesar la piel del Marqués, su peso aplastándolo como si fuera un insecto bajo los zapatos del príncipe. Tampoco era solo Gaston quien podía sentirlo, sino también los testigos y la guardia de Ceylan. Todos los presentes temblaron de miedo antes la silenciosa furia del príncipe. Luego de un largo, largo momento, finalmente abrió la boca.
"De parte de mi padre, Shinlu Crosellode, me encargare de manejar este procedimiento. ¿Alguna objeción?" Su voz, en un tono similar a la de un niño joven, hizo eco en la habitación.
De manera perfecta y coreografiada, los guardias golpearon el suelo con sus lanzas y pisaron con un pie.
"Como ciudadanos del reino..."
"No tenemos ninguna objeción..."
"Contra la noble voluntad..."
"De su Alteza Real!"
Su declaración se detuvo justo al mismo momento. Eulid Rain, el competente joven guardia a un lado del príncipe, hablo.
"Levanta tu cabeza, Marqués. Su Alteza Real te da la oportunidad de hablar."
"S-Señor!" Gaston contesto, aunque mantuvo su cabeza firmemente en el suelo. Era bien sabido en el reino que uno no debería levantar su cabeza la primera vez que se le diera permiso.
"Levanta tu cabeza."
Una vez que se repitió la orden, Gaston la cumplio, dirigiendo sus ojos al velo del príncipe. Se inclinaba a un lado junto con la cabeza inclinada del príncipe, dejando ver solo un poco de su boca.
"S-Su Alteza Real, es un honor para mí estar aquí frente a su exalta presencia. Los agravios que cometí en este reino no tienen excusa alguna." Gaston pauso, tragando antes de continuar. "Entiendo completamente que he mostrado un horrible error de juicio; sin embargo, si me permite hablar en mi defensa..."
"Estás diciendo que objetas mi decisión en este asunto?" Ceylan interrumpió.
"C-Claro que no! Jamás me atrevería...S-Sin embargo..."
"Es suficiente, Marqués. Si no tienes objeciones, entonces no hay necesidad de continuar, ¿a menos que estés tratando de burlarte de Su Alteza Real?" Eulid le advirtió fieramente, causando que Gaston se acobarde.
El aire intimidante de Eulid era diferente del de Ceylan, y similar a lo que Gaston sintió cuando fue llevando ante los nobles en su propio jardín. Era del tipo que solo un soldado posee. Claro, este no se le acercaba a la abrumadora presencia del Conde, pero combinado con la intimidación que sentía del príncipe, Gaston apenas y podía mantener sus pensamientos en orden.
Pero no se encontraba totalmente abrumado. No podía darse ese lujo; si mantenía su boca cerrada aquí, estaría perdido. Tenía que seguir hablando, aunque fuera irrespetuoso.
"P-Por favor! ¡Señor, por favor escuche mi defensa!"
"Como te atreves!?" Eulid miró fieramente al Marqués.
Ceylan levanto su mano para detenerlo. "Escuchare tu defensa, Marqués. Habla."
"Señor! Siempre he trabajo con empeño por el bien del reino y su desarrollo. ¡Humildemente le pido a Su Alteza Real que no olvide eso a la hora de mi sentencia!"
"Ah. Admitiré que, con todo lo que le has ofrecido al reino, tienes el derecho de hacer tal petición. Estoy al tanto de tus generosas donaciones y el efecto que han tenido sobre el reino."
"Q-Quiere decir eso--"
"Que reduciré tu sentencia? ¿Quieres que pese tu servicio por la nacion contra la severidad de tus crímenes?"
"¡E-En efecto, señor!" Gaston grito.
En ese momento, pudo sentir como cada guardia de la habitación le tiró una fiera mirada al mismo tiempo. Ceylan, sin embargo, permaneció en calma.
"A pesar de tus servicios, la profundidad de tu corrupción es innegable. No solo le has visto la cara a la Corona, sino también a todo el reino y sus habitantes."
"¡Pero fue todo por el reino, señor! ¡Todo fue para hacer que Lainur sea más fuerte...mejor! Mis fechorías tenían un propósito virtuoso."
"Un propósito virtuoso?"
"¡Exactamente, señor! Si tan solo me concediera un poco de la infinita compasión de Su Alteza Real..." Gaston bajo su cabeza al piso una vez más para mostrar que había terminado de hablar.
Ceylan dejó salir un suspiro. No fue hasta que sus ecos desaparecieron del aire que habló nuevamente. "Mi generoso padre ha dejado pasar tus transgresiones menores más de una vez en el pasado. Lo que vio como astucia e inteligencia dentro de ti no era más que astuta pereza."
"S-Señor! ¡Lo prometo, haré todo lo que pueda para cambiar mis maneras!"
"Estaba solo hablando de tus transgresiones menores. Esta vez, has sido traído a la Habitación Plateada. De seguro sabes lo que significa."
"Señor..." Gaston no sabía cómo responder.
Las siguientes palabras de Ceylan estaban llenas de fastidio. "Así que no lo entiendes. Por tus acciones, has amenazado el cuidadoso balance de lazos que preserva la nobleza de Lainur. Era tu deber unir a los nobles en caso de que el reino cayera en una crisis, y, aun así, creaste fisuras de sospecha entre ellos. ¿Crees que puedo ignorar tal horrible crimen?"
Si las relaciones entre nobles se dañaran, otros reinos usarían esa debilidad para realizar un ataque, ya sea política o militarmente. En cualquier caso, Lainur caería. Por más poderoso que sea, hay otros reinos que lo sobrepasan. Es por eso por lo que se espera que sus nobles se unen en situaciones de emergencia, por orden de la familia real.
"D-De ahora en adelante trabajare aún más duro por el bien del reino! ¡Por favor! ¡Por favor, apiádese de mí! ¡Estoy dispuesto a cambiar mis maneras!"
"Es así?"
"¡Si, señor! Lo juro, si soy perdonado, ¡me dedicare por completo a Lainur y a su Alteza Real!"
Ceylan no contesto de inmediato, en vez de eso, pensó profundamente. Al Marqués le pareció una eternidad antes de que el príncipe hablara de nuevo.
"Ya veo. Me impresiona la fuerza de tu espíritu."
"S-Señor! Quiere decir--"
"Si." Ceylan asintió.
Alivio recayó sobre Gaston. El príncipe escucho sus ruegos y decidió mostrarle compasión. A pesar del repentino cambio de actitud de Ceylan, Gaston estaba seguro de ello. Justo entonces, Gaston pensó. Prometió dedicarse por completo al reino y al príncipe, pero ¿qué tal si el príncipe tomara especial nota de la última parte? ¿Qué tal si ese haya sido su plan desde un principio, el tomar aquí a Gaston y tomar su vasto poder financiero al ponerlo en su deuda? ¿Para reclamar la nueva e inquebrantable nueva lealtad de Gaston?
Era un buen plan. No era de extrañarse el que se rumorea que él sea alguna clase de bestia mítica por aquellos en otros reinos. Las personas incluso hablarían acerca de cómo la infinita piedad del príncipe era suficiente para cambiar las maneras del corrupto Marqués.
Una ahogada carcajada escapo debajo del velo de Ceylan. Fue un sonido grave y frío. De seguro, se estaba riendo porque todo estaba yendo de acuerdo con el plan. En cualquier caso, al menos la sentencia de Gaston sería reducida. Y pensar que estaba temblando como un conejo bebe hace poco. Aunque sea frustrante estar a merced de un niño, Gaston solo estaba aliviado de haber escapado la muerte.
Con el alivio moviendo los engranes de su congelada mente, sus pensamientos se movieron a lo que haría después. Primero, lidiara con el hombre que lo interrogo. Dándole una lección y enseñándole que tanto dolor y humillación infligió en Gaston.
Entonces está el chico causante que terminara aquí. Gaston juró que él y sus aliados sufran.
Maldito mocoso...
El sufrirá más que todos. Incluso cuando este tirado en el suelo rogando por clemencia, no será suficiente para satisfacer al marqués. Gaston le arrancara los miembros uno a uno y, cuando esté indefenso como capullo, lo matara de la manera más brutal posible. Esa era la única manera para que Gaston supere lo que ese niño le hizo. Solo imaginarlo hizo que se le estremeciera el pecho.
En ese momento, Ceylan hablo de nuevo. Esto es todo. El momento en que Gaston solo recibirá una reprimenda. El momento en el que el príncipe lo tendrá en sus manos por el resto de sus días.
"Cau Gaston. Te sentencio a muerte en nombre del Rey. Tu muerte le será de mayor servicio al reino que cualquier cosa que hayas hecho en tu vida."
"Que!?"
Gaston no podía creer lo que escucho. Muerte. Decapitado. Horca. Su vida. Se acabo.
¿Por qué pasó esto? ¡El príncipe escucho su defensa! ¡Estaba preparado para mostrar piedad!
Gaston siempre pensó que el príncipe valoraba más los beneficios por sobre lo correcto--justo como Gaston. Eso por eso que estaba tan seguro de que su vida sería perdonada si usaba el resto para servir al reino.
"Eres una criatura patética. Tampoco soy lo suficientemente ingenuo para caer en tus trucos," el príncipe dijo serenamente.
"Q-Que...?"
"Pude ver como tu mente empezó a moverse en el momento en que te diste cuenta de la más leve muestra de clemencia. No tengo duda en que enseguida empezaste a idear tus conspiraciones y retribuciones; en tu pútrido y asqueroso cinismo, plasmaste la conclusión que tenía pensado darte."
"¡P-Pero, Su Alteza Real!"
"Cau Gaston. A pesar de lo que crees, el dinero y el estatus no pueden ser usados para resolver todos los problemas. La única razón por la que estás aquí es debido a que los humanos están acostumbrados a actuar de acuerdo con las emociones."
Fue entonces que Gaston recordó cómo sus acciones de hace unos años evitaron que comprara la lealtad de uno de los aliados del niño. ¿Es eso a lo que el príncipe se refiere? Pero no forma de que sepa eso...
"Puedo verlos ahora. Años de arrepentimientos, girando a tu alrededor."
El Marqués dejó salir un pequeño grito mientras un escalofrío le recorría la espalda. Un escalofrío de desesperación, como si estuviera enfrentando a una terrible bestia.
"Quién era el que estaba sentado en frente suyo? ¿Siquiera era humano?"
Esas preguntas giraron alrededor de la mente de Gaston mientras fallaba en llegar a una respuesta.
"Su Alteza Real..." empezó a decir.
"Mi juicio es final. ¿Confío en que no tienes objeciones? Si recuerdo bien, mencionaste hace unos momentos que deseabas trabajar para Lainur, ¿verdad?" El príncipe se rio. Era la misma risa de desdén de antes. Así que este fue el plan del príncipe desde un principio.
"S-Serás un...!" Gaston vio mal a Ceylan, su voz llena de veneno. Hablarle a la realeza de esa manera era completamente impensable, pero a Ceylan apenas y le importaba.
"Allí lo tenemos. Ahora todos pueden ver tus verdaderos colores. Supongo que de allí viene la idea de algunos de que la nobleza son cerdos que caminan como hombres."
El momento en que Gaston miró mal al príncipe, su guardia empezó a moverse. Pero Ceylan levanto su mano.
"Está bien, Eulid. Retrocede."
"Señor. Perdóneme, pero como parte de la guardia real, no puedo permitir que este hombre le muestre tal falta de respeto."
"No hagas que me repita, Eulid. Ya sentencié a este hombre a muerte. No querrás quebrantar mi sentencia, ¿verdad?"
"Claro que no, señor."
"Entonces retrocede. Ahora no es momento para que actúes."
Momentos después, Gaston sintió la mirada del príncipe debajo de su velo, forzando que otro pequeño grito saliera de su boca. Su cuerpo empezó a temblar. La amenaza que sentía ahora era cientos de veces peor que la que sintió cuando recién llegó aquí. Cientos de veces peor que nada que Eulid o los nobles de las casas militares del este puedan irradiar.
El cuerpo de Gaston lo apresuro a que escape de esa mirada lo más pronto posible. Incapaz de resistir sus instintos, se giró y empezó a correr. Los guardias no se movieron para seguirlo. Debieron estar bajo órdenes de no hacerlo, por la razón que sea. Ahora Gaston no estaba tan lejos de la puerta. Su mente le gritó que nadie lo estaba siguiendo, y que el escape estaba cerca.
Entonces, el Marqués se tropezó y cayó al suelo. Cuando intento levantarse, sus piernas no lo escucharon. Trato de gritar en frustración, pero sus pulmones tenían dificultades para coger aire. Era como si el aire a su alrededor desapareciera, como si sus órganos estuvieran siendo aplastados poco a poco. Todo por la inmensa presión que Ceylan irradiaba.
Gaston se giró a ver sobre su hombro. Allí, sus ojos encontraron ese negro velo, viendo en su dirección.
"P...Por favor...Ayuda..." Los quejidos de Gaston se evaporaron en el aire. Ceylan empezó a murmuran un hechizo de la arcana real, secreto para todos a excepción del linaje de reyes de Lainur.
ARTGLYPHS flotaron alrededor del príncipe. Giraron rápidamente antes de estrellarse entre sí con un fuerte crack. Las colisiones crearon varios destellos azules, los cuales se estrellaron en las paredes e hicieron que piedras volaran en la habitación.
Había un extraño aroma en el aire. Si Arcus estuviera aquí, podría haberle informado al Marqués que era el olor del ozono.
Ceylan levanto su mano con pereza en frente suyo y las luces azules empezaron a reunirse allí, esperando sus órdenes. Abrió su boca.
"...del juicio..."
Esas azules, y calientes luces fueron hacia el Marqués con un rugido estruendoso, ahogando sus gritos y retumbando los oídos de todos en la habitación. Luego del destello cegador, los restos de las cenizas del cuerpo de Gaston quedaron a la vista.
Por un tiempo, la habitación cayó en completo silencio, hasta que al fin los guardias recordaron respirar. Sabían que el príncipe era capaz de magia mucho más poderosa que esa, aun así, quedaron con un terrible temor en sus corazones.
Ceylan estudio los restos del Marqués por un tiempo antes de hablar nuevamente.
"Ahora, Eulid. ¿Fuiste capaz de rastrear a la mente maestra detrás de esto?"
"Señor. La mente maestra fue asesinada la noche en que Cau Gaston fue capturado."
"Fue la Oficial en Jefe quién lo silencio?"
"No, señor. De acuerdo con el reporte, el hijo de los Raythefts lo mató casi inmediatamente después de terminar su ataque en la propiedad del Marqués."
"Hm. Tal parece que este chico Arcus es bastante sagaz," Ceylan murmuro.
"Señor, puedo hacer traer a Arcus Raytheft. Después de todo, lanzó un ataque hacia un noble de alto rango. Quizá también debería ser castigado."
"Eso no será necesario," dijo Ceylan. "Esta fue una disputa entre un número de casas nobles, y la resolvieron entre ellos. No hay necesidad de que la corona meta las narices en donde no le conviene."
"Y si un lado queda insatisfecho como resultado? Temo que traten de desquitarse con la corona..."
"Eso no problema. Ya me encargué de hacer los arreglos para que reemplacen al Marqués, y que sus afiliados estén en mis manos."
"Realmente es sabio?"
"Es suficiente. Hemos adquirido el territorio del Marqués. Si pidiera más control que eso, mi padre me diría que estoy siendo codicioso."
"Muy bien, señor."
Con el asunto resuelto, Ceylan dejó salir una risa. "Supongo que deberías estar agradecido con Arcus Raytheft. No solo atrapo a una de las ratas gordas en nuestro reino, sino que también lidio con la peste corriendo dentro de la Oficina de Vigilancia. No tuvimos que levantar ni un dedo."
El oficial tuvo los cojones de no solo enfrentarse a la nobleza, sino también de realizar sus planes para atrapar al Marqués. Si aun estuviera vivo, esperaría algún tipo de recompensa. Ceylan no tenía la intención de premiar tales payasadas, aunque fuera puertas adentro, pero aun así hubiera sido un fastidio--uno que Arcus amablemente borro antes de que empezara.
Ceylan regreso su mirada a las cenizas de Gaston. "Cau Gaston. Tu existencia era un veneno para esta tierra y su gente. Aunque quizá pudieras llenar más los cofres del reino, tu influencia los haría podrir por dentro. Deshacerme de ti es lo mejor que pude haber hecho."
Ceylan pausó, dejando que el eco de sus palabras se disipe antes de dejar salir un suspiro. "Y con eso, nuestro reino está en el camino del poder una vez más."
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